Una de las cuestiones que se repetían cuando llegaron las redes sociales y se incorporaron a las herramientas que las marcas pueden usar para conectar con sus consumidores era el de que una de las grandes ventajas de las mismas era que ‘eran gratis’. Era algo que se repetía una y otra vez.
Y todo esto acabó creando una suerte de folclore asociado a las redes sociales y asociado por extensión a la red de que todo en ella es gratis y de que todo en ella se puede conseguir sin realmente invertir dinero o invirtiendo muy poco. Las marcas están convencidas de que la red es una suerte de Jauja, en la que pueden conseguir lo que quieran sin que le suponga ningún coste.
Se podría decir que no solo se ven arrastradas a esta creencia por lo que las redes sociales han hecho, sino que también por un estado general de las cosas en el que ya no solo los responsables de marca sino también los propios consumidores dan por hecho que todo online será gratis. Es uno de los grandes problemas de los medios online, por ejemplo, que tienen que asumir unos elevados costes (no solo necesitan a alguien que escriba las noticias, también necesitan asumir otros muchos costes, desde las fotografías que usan, al hosting del site a la gestión del mismo) que para sus lectores resultan invisibles.
Hasta las redes sociales son de pago
Para empezar, las marcas necesitaban y siguen necesitando hacerse con el personal necesario para gestionar esa presencia. Estar en las redes sociales implica estar produciendo contenidos todo el tiempo, supone mantener una actividad constante y obliga a estar pendiente de la actividad que se genera en ese escenario. Estar en redes sociales y estarlo bien no es simplemente publicar un par de cosas en Facebook o en Twitter y listo. No: para conseguir posicionarse y para conseguir triunfar en las redes sociales hay que saber crear conversaciones y eso requiere conocimientos y, sobre todo, una inversión de tiempo.
Para continuar, abrir un perfil en la red social de turno no es suficiente para triunfar. Las cosas no funcionan así. No importa que uno abra a su producto o a su marca un perfil en todas las redes habidas y por haber. Para conectar con los consumidores y para llegar a las audiencias, hay que hacer un esfuerzo inicial mucho más importante y, casi con seguridad, hay que invertir en publicidad para hacer que el número de seguidores crezca y crezca.
Y, finalmente, el paso del tiempo ha demostrado que las redes sociales no son, como tampoco lo es el monte, todo orégano. Los cambios que las diferentes redes sociales han hecho de las normas que las regulan han complicado una y otra vez el escenario y han hecho que sea más y más complicado para las compañías llegar a sus consumidores. Si quieren conectar con ellos no tienen más remedio que pasar por caja y convertirse en actualizaciones patrocinadas. Al final, tienen que pagar.
Fuente: www.puromarketing.com